El Evangelio enseña que el discípulo de Cristo tiene que llevar la cruz: "El que no toma su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo" (Lucas 14,27).
Jesús llevó la cruz a cuestas también para darnos ejemplo y enseñarnos a amar el sacrificio. Hemos de amar las cosas que nos cuesten, ofreciéndoselas a Jesús, y buscar además cosas que nos cuesten queriendo identificarnos con Él.
La cruz está presente no sólo en los templos, sino en muchos otros lugares; es el símbolo de los cristianos, que recuerda la pasión y muerte del Señor.
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