Jesucristo se ofreció en la cruz principalmente por cuatro motivos:
a) Para dar gloria a Dios, su Padre. El fin del hombre es dar gloria a Dios. Jesucristo, representando a todos los hombres, glorificó infinitamente a Dios con su pasión y muerte.
b) Para dar gracias. Con su pasión y muerte Jesucristo dió gracias a Dios en nombre de todos los hombres.
c) Para reparar la ofensa del pecado. Al pecar el hombre se hizo esclavo del pecado, y con sus propias fuerzas no podía liberarse; tenía el alma manchada y no podía limpiarla. Con su sacrificio Jesucristo rompió las cadenas del pecado: su sangre limpió la mancha que los pecados producen en el alma. Jesucristo entregó su vida por nosotros para que nosotros, muriendo al pecado, podamos vivir la vida de la gracia.
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