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domingo, 13 de marzo de 2011


Jesucristo se ofreció en la cruz principalmente por cuatro motivos:
  a) Para dar gloria a Dios, su Padre. El fin del hombre es dar gloria a Dios. Jesucristo, representando a todos los hombres, glorificó infinitamente a Dios con su pasión y muerte.
  b) Para dar gracias. Con su pasión y muerte Jesucristo dió gracias a Dios en nombre de todos los hombres.
  c) Para reparar la ofensa del pecado. Al pecar el hombre se hizo esclavo del pecado, y con sus propias fuerzas no podía liberarse; tenía el alma manchada y no podía limpiarla. Con su sacrificio Jesucristo rompió las cadenas del pecado: su sangre limpió la mancha que los pecados producen en el alma. Jesucristo entregó su vida por nosotros para que nosotros, muriendo al pecado, podamos vivir la vida de la gracia.

  d) Para pedir a Dios lo que necesitamos. Jesucristo, ofreciendo el sacrificio de su vida, hace que Dios Padre escuche siempre lo que le pedimos en su nombre. Por eso, cuando Cristo nos enseñó cómo tenemos que pedir, nos dijo: "Todo lo que pidáis a Dios en mi nombre, se os concederá... Pedid y recibiréis" (Juan 16,2

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